sábado, 29 de agosto de 2009

arboles danzantes

vi a los arboles bailar
a un compás que marcaba el viento
vi un imperio desplomarse
altas eran las copas
cargadas estaban las copas
atrás quedaran todas las copas
un hermano partió lejos
entre arboles danzantes
esa no era su música
nubes de humo huyen de altas chimeneas
vi a un hermano partir
compas extraño y ruidosa tranquilidad

lunes, 24 de agosto de 2009

un ejercito de arboles

un ejercito de arboles bajaba por la ladera
en su perfecta formación, firmes y de hojas perennes
apoyado por un séquito de nubes
que no tardarían en descargar su húmedo y transparente armamento
el objetivo era el interminable lago, un espejo en medio del valle al que querían alimentar
eran apoyados por otro flanco de arboles de hoja caduca de esquelética y lánguida formación
a las 17 horas del día 18 empezó el ataque, el bombardeo de gotas sobre el lago fue incesante duro una dos horas

martes, 4 de agosto de 2009

Infurelax

A M. no le gustaba la primavera, alergia, alergia y alergia, picores, flores de incontables colores, no no y no, le gustaban los días cortos, las noches calientes junto a la chimenea, leyendo, Becquer, Blake, WordsWorth, Thomas, Dario y escribir su diario. Los fines de semana sonaba su tocadiscos con apacibles canciones folk, Cohen, Drake, Gaughan, Smith, Rice

Mañanas en clases de matemáticas, practicas, sintácticas, semánticas, tardes de escritura automática y de numismática, atardeceres de tortura y tortuga, lentos, lentos muy lentos, apacibles, comestibles, envidiables e inolvidables.

Infusiones calientes del sol naciente, de todas las partes del mundo, y de algún planeta aun por imaginar.

Como le iba a gustar la florida primavera con un invierno tan lento, de aromas intensos.


(cuatro estaciones para odiar)

lunes, 3 de agosto de 2009

Un rey sonámbulo ante un reino dormido

Aquella noche fue elegido rey, no podía dormir, encendió la lampara de su mesita y fue coronado, su reino dormía, un rey sonámbulo ante un mundo dormido profundamente, abrió la puerta y se encontró el oscuro pasillo de frías baldosas, estaba descalzo, siguió avanzando ante la oscuridad, al fondo se veía un poco de luz, la que entraba por la ventana de la cocina, era de las farolas de luz anaranjada de la calle, se asomo, sintió el frió, sintió el poder, nadie se revelaría, todos dormían, se dirigió al baño, encendió la luz, que le cegó durante unos segundos, orino en el trono real, y se miro frente al espejo, pálido, insomne, desganado y con una corona de espino en su cabeza.